Si queréis cambiar totalmente de aires, os aconsejamos hacer una excursión por la montaña. La Boucle d'Absalon os invita a realizar un paseo refrescante por las fuentes límpidas y el exótico bosque. Desde el centro de la ciudad, tomad la salida en dirección a "Morne Rouge" y seguid el camino de Balata. Tras pasar la Iglesia del Sacré-Cœur y el jardín de Balata, seguid la dirección "Absalon" y al final del camino encontraréis la antigua estación termal que marca el punto de salida de los senderos de excursiones. Rápidamente encontraréis la ascensión a la meseta Michel, y una vez en la cima os quedaréis maravillados al contemplar el magnífico panorama que este lugar os ofrece.
Fundada en el siglo XVII, Fort-de-France es una ciudad de contrastes donde conviven edificios modernos con casas de estilo colonial y otros monumentos antiguos. El centro es bastante pequeño pero posee sitios muy interesantes. Situado dentro de una casa burguesa de finales del siglo XIX, el Museo de Historia y Etnografía de Martinica os desvela los secretos de la tradición criolla. En otra calle, el Museo de Arqueología os acoge en un edificio del siglo XIX con una bonita fachada de ladrillo decorada, y os muestra objetos que datan de tiempos precolombinos. Lugares de interés: la Biblioteca Schoelcher, la Catedral Saint-Louis, el Fort Saint-Louis y el Palacio de Justicia.
La cocina criolla es muy diversa. Además de las especialidades populares como los cangrejos rellenos y los acras, los platos a base de colombo os esperan en todos los restaurantes de Fort-de-France: se trata de un plato de carne (cordero, cerdo, pollo) o de pescado cocido con una mezcla de especias. En los puestos callejeros, hay deliciosos pollos a l'ast llamados aquí poulets boucanés. Para ir abriendo el apetito, a los martiniqueses les gusta tomar un ti-punch, un coctel de ron con azúcar de caña y limón. Os aconsejamos probar: el bélélé (callos con trozos de pan), la chiquetaille de bacalao, el calalou (sopa de cangrejo) y el blaff , un plato de pescado y marisco.
Relax, deportes náuticos, excursiones en 4X4, senderismo... todas las actividades al aire libre son posibles durante vuestra escala de crucero en Fort-de-France. Los lugares favoritos de encuentro de los habitantes son los mercados criollos, que os sumergirán en un ambiente muy colorido y animado. De recuerdo, llevaros los tejidos típicos, los madras, ron local, especias y mermeladas de frutas exóticas. Para relajaros, podéis ver una obra de teatro en el Teatro Aimé Césaire o un concierto en el Grand Carbet de Fort-de-France. Os aconsejamos: tomaros un ti-punch en un bar, pasear por los mercados de la ciudad, probar un plato local, visitar una destilería de ron y aprender a bailar el souk.
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